Mirad:
"Me senté en la
mecedora y recordé aquellos tímidos momentos en los que
compartíamos risas. Dejé que mis sentimientos fluyeran. Ya podía
volver a escribir: ordenador en mano y un buen word me propuse
comenzar mi siguiente novela. Escribí un título estupendo: ¡Me
encanta estar aquí! Aquel comienzo podría llegar a ser un gran
éxito."
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