"Hace mucho tiempo, en un lugar perdido de la selva, un mono iba feliz
de liana en liana de camino a su lugar favorito, el río, donde se
reunían todos los demás monos para jugar. Iba muy contento porque
tenía algo muy chulo que enseñarles: ¡se le había caído un
diente!. Lo llevaba bien guardado en la cola mientras pensaba en
explicarle a sus amigos cómo se le había caído: “-Les voy a
decir que se me ha caído mientras luchaba contra un gorila. No,
mejor, ¡contra un elefante!. No mejor...¡¡¡BUMMM!!!. -se oyó en
toda la selva-. Resulta que iba tan inmerso en su mentira que no se
dio cuenta por donde iba y se agarró a la serpiente que estaba
durmiendo tranquilamente, con tan mala pata que ambas cayeron al
suelo.
-Shhh -dijo la serpiente- mira por dónde vassss.
-¡Oh no! -el monito miraba a su alrededor, desesperado.
-¿Qué te passsaa, monito? ¿Te hassss hecho daño? -preguntó la
serpiente que era muy buena y siempre se preocupaba por los demás.
-Nooo pero he perdido mi diente -dijo el mono a punto de echarse a
llorar-.
-No te preocupesssss...yo te ayudaré a buscarlo.
-¡No, no y no! Me he caído por tu culpa, ¡no quiero saber nada más
de tí!-gritó el monito mientras se iba.
La serpiente, preocupada por el mono, se puso a buscar el diente
hasta que lo encontró. Mientras el monito ya estaba en el río
contando a sus amigos que una serpiente enorme y mala le había
pegado y le había robado el diente. La serpiente, al oirlo, se puso
muy triste, se acercó y le llamó mentiroso. El resto de monos, al
ver que se lo había inventado todo, también se enfadaron con él.
Aquel día el monito aprendió dos cosas: que mentir sólo trae cosas
malas y que las serpientes no se pueden usar como lianas".
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