"Volverán
las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez
con el ala a sus cristales jugando me llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres... ésas... ¡no volverán!"
Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres... ésas... ¡no volverán!"
En
las 86 rimas que nos dejó Gustavo
Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836-Madrid, 1870),
el 'poeta del
amor y del dolor'
va desgranando los estados de ánimo más significativos de la
experiencia amorosa, por un lado, y de su sentido de la creación
poética, por otro; el anhelo de evasión tras el desengaño refleja
toda la gama de sentimientos del amor frustrado: el despecho, la ira,
la desesperanza total...
Porque,
en su mayoría, las rimas afectan a lo más elemental de la condición
humana, la fibra del sentimiento individual más generalizado a
partir de una circunstancia desencadenadora: el
amor.
Sus
'cadencias que el aire dilata en las sombras'
le convierten, además, en el primer poeta de la sensibilidad lírica
del siglo XX, y a él se remiten, como antecesor, grandes escritores
posteriores: desde Luis Cernuda a Federico García Lorca, desde Pablo
Neruda a Vicente Aleixandre.
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