Tras su Nacimiento la presentación en sociedad requería un
encuentro entre familia, vecinos y conocidos. El salón de la masía,
preparado para la ocasión, se encontraba decorado con lazos de
colores, estrellas luminosas, cintas plateadas y un enorme cartel
dorado en el que ponía “Bienvenida a este MUNDO”.
Antes de que pudieran darse cuenta una espesa niebla llenó la gran
sala y una ventolera de aire fresco la inundó. La bruja se posó al
lado de la cuna de madera, extendió la varita sobre la cabeza de la
recién nacida y, como si de un rezo se tratara, profirió, lenta y
concienzudamente, el siguiente maleficio:
–“Desarrollará su Infancia, Adolescencia, Juventud y Madurez
según los cánones de la normalidad pero al llegar a los sesenta
años descubrirá otros caminos y los seguirá. Serán los
suyos propios, acertará y errará saltando, de nuevo, los baches que
encuentre y disfrutando:
- De buscados ratos de soledad.
- De conocimientos confrontados con la práctica del paso de los
años.
- De caprichos ganados.
- De regalos permitidos.
- De premios esperados.
Y todo lo sentirá intensamente, con espíritu joven, con ganas de
seguir experimentando en el aprendizaje de lo que le quedará por
saber…se alargará…hasta el final de sus días”.
Los asistentes quedaron consternados por tal maleficio y nada
pudieron hacer mientras la bruja emitía aquellas palabras. Todo lo
dicho se cumplió al pie de la letra.
Una nueva etapa en la vida humana, Sexalescencia, acababa de nacer,
como siempre, entre maleficios de brujas y experimentos humanos.
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