Tengo
frío, es temprano y todavía no ha amanecido. La ciudad de Valencia
duerme y yo no he podido hacerlo en toda la noche. Cuando lo
intentaba alguno de ellos me despertaba con el anhelo de tener que
atenderlos, de hacerles caso...porque, en este mundo en el que me ha
tocado vivir hasta los espíritus quieren que les escuches, quieren
contarte sus preocupaciones, su pasado, el de los suyos...
Hace
frío y la manta que llevo en el cuerpo apenas me proporciona un poco
de calor. Necesito dormir. Voy a aprender a poner tapones a mi mente.
Abusan de mí. Nunca sé como decirles que ya no puedo más y que,
desde el más allá, hay veces que no se puede hacer nada. Yo no
puedo hacer nada.
Me
bajo el vestido una vez puesto, me ato el zapato y cuando levanto la
vista tengo dos espíritus que me miran y me observan. ¿Qué miráis?
¿No habéis visto a una humana viva atarse los zapatos? Disimulan
pero yo sé que no me quitan la vista de encima. Esperaré y vendrán.
Seguro. Como los de ayer...como los de mañana...
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