"-Dijiste que lo harías!,
le dijo Xix a Nas. Nas miró al otro duende. Tendría que hacerlo si
quería estar en el grupo. El resto de duendes también le miraban.
No podía quedar ahora como un mentiroso. Les había dicho que podía
llegar a los más alto y eso haría. En su otro poblado, cuando
agarraba una brizna de hierba, como el césped no dejaba de crecer
elevándolo por los aires, normalmente eclipsado por la humedad y la
sombra de las plantas, era difícil sentir la brisa y el calor del
sol que tan difícilmente se colaba hasta llegar al nivel del suelo.
Pero la hierba del nuevo lugar no era como la que él conocía.
Tendría que trepar. Empezó y los bordes afilados de la brizna le
hicieron un pequeño corte en sus diminutas manos. Sin embargo no
cesó en la ascensión. Sus piernas, de por sí débiles, le
empezaron a temblar. Y entonces cometió el primer error: mirar
abajo. Y el segundo: asustarse. Y el tercero: ..."
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