miércoles, 3 de junio de 2015

LA CASONA. Marián García Tárraga


La casona sobresalía de entre los arbustos. Las ramas de los árboles cubrían los ventanales cual cortina exterior y las hojas, movidas por el viento, golpeaban suavemente los cristales. Desde el interior Martina observaba el bosque cercano cómplice de haber compartido con él paseos y descubrimientos inolvidables.

Nunca se sintió sola viviendo en la casona. El bosque cuidaba de ella y los espíritus cuidaban del bosque. Aprendió, de su abuela, el arte de las hierbas curativas: hervidas o en cataplasma podían sanar cualquier enfermedad, las había especiales para resfriados, para el mal de ojo, para dolores musculares...todas eran importantes y guardaban el mismo lugar prioritario en su botiga casera.

Martina oyó tres golpes: pom, pom, pom...alguien la buscaba y ella, hierva en mano, acudiría a la llamada. Cuando abrió la puerta sintió un enorme calor en su vientre. Sangre, dolor...producto de ignorancia y miedos difíciles de acallar. ¿Bruja? No, “Curandera de Remedios Naturales”, ponía en el cartel de la puerta. Fin de excelentes conocimientos y recetas ancestrales. El final de una larga saga. El principio del fin.


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