Había
sido un día completo: el trabajo, los niños, la visita a su madre y
ahora, el recorrido por el cementerio para visitar la tumba de su
padre. Orden y organización. Entre las calles del cementerio, vacío
a esas horas, reinaba la paz y el silencio. Mientras llegaba a la
lápida observó una epitafio que le llamó la atención: “Todos
morimos y algunos resucitamos...”. Sin nombre, sin fecha. Tras
arreglar las flores y limpiar el espacio que ocupaban los restos de
su padre se dispuso a volver a casa. En unos quince minutos estaría
allí. Orden y organización. Cuando se disponía a salir del
cementerio las rejas estaban cerradas y una sombra se movía entre
sus calles observando lo que ocurría en su interior...
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