Creía
que había llegado el momento, pero no. Salió corriendo pensando que
estaban en la puerta, pero no. Volvió a la cocina. Un fuerte y
vigoroso desayuno le daría fuerzas para afrontarlo: cereales, leche,
fruta y pan horneado. Salió de nuevo a la calle por si oía ruidos,
pero no. Subió a su habitación, haría tiempo vistiéndose y
poniéndose guapa: vaqueros cómodos, camiseta escotada y unas
zapatillas a juego. Se asomó a la ventana a ver si veía algo, pero
no. ¿Cuánto tiempo había pasado? creía que mucho, pero no. De
pronto los oyó, bajó las escaleras a toda velocidad y cuando entró
en el salón allí estaban. La espera había valido la pena.
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