¡Qué importante es la actitud con la que afrontas el día a día...la vida!
Mirad qué diferencia...¿quién es más feliz?
Pilar
se levantó feliz. Era un espléndido día de primavera, con un
precioso sol que iluminaba el paisaje desde la ventana. Todos los
huertos de naranjos brillaban y las distintas tonalidades del verde
de las hojas contrastaban con el color naranja de los frutos todavía
no recogidos. De verdad que era un día magnífico. Era una persona
privilegiada ya que desde su habitación veía como los pájaros
hacían sus nidos y le despertaba el trinar de los mismos cada
mañana. En el hospital visitaba a otros enfermos y les contaba
cuentos a los niños que pasaban, como ella, días, semanas y meses
encerrados.
Todos los días, por la mañana o por la tarde,
recibía la visita de Pedro el enfermero. Aburrido por su trabajo,
proporcionaba a Pilar la medicación y el gotero sin apenas mirarla.
Ella sonreía y su mirada buscaba la de Pedro pero no llegaban a
encontrarse porque él la giraba sin poner interés alguno. Estaba
cansado de su trabajo, le parecía odioso moverse entre enfermos y
ahí estaba, por unos cuantos euros al mes, deambulaba por entre los
casi muertos del hospital, lo último de lo último, los más
enfermos, los terminales. Seguro que al día siguiente pondría un
gotero menos pero eso no tranquilizaba a Pedro porque con la lista de
espera llena pronto pondría otro y otro y otro...
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