domingo, 13 de septiembre de 2015

EVA. Marián García Tárraga


Observó el sello de la postal. Estaba sellada en la ciudad de Nueva York. No conocía a nadie que se encontrara en América ni de visita. ¿Quién la firmaba?. Eva. Pues no. “Espero que las vacaciones te hayan ido bien y que hayas podido descansar del arduo trabajo invernal”, leyó pensativamente. ¿Será alguien del trabajo?. Eva. Ni idea. Respiró hondo al tiempo que su mente intentaba recordar mientras pegaba la postal en la nevera con un imán junto a las demás. La firma de Eva se repetía en cada una de ellas. Adán giró la cabeza cansado de no recordar. Se sirvió una copa de vino, puso buena música y cerró los ojos imaginándose en su particular paraíso sin saber que Eva le observaba y sonreía controlando sus movimientos a través de la cámara fijada en uno de los libros del salón.



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