"Y la rana saltó lo más
alto que pudo para huir de la fea princesa que intentaba besarla.
–¡Que soy una rana y
no un sapo! –gritaba croando sin parar–. ¡No puedo convertirme
en un príncipe azul!¡Soy una ranaaaaa!.
Y la princesa corría
desesperada detrás de ella. –¡Tranquilo sapo bonito, cuando te
bese serás mi bello príncipe!– y su sonrisa se iluminaba bajo los
destellos del recién puesto aparato de dientes.
Y lo que son las cosas…la
princesa acabó cogiendo a la rana que no era sapo y tras darle un
apasionado beso, la niña abrió los ojos, miró al batracio y
sonriendo saltó y saltó hasta llegar a la charca más cercana.
Rana y princesa verde
fueron felices para siempre".
No hay comentarios:
Publicar un comentario