“Aquel mundo era frío, azul, verde,
violeta..caliente en acción y en atmósfera, en luz y en paz.
Los mutantes vivían el gran invierno
desde sus zonas abiertas y, hasta el verano, no volvían a las zonas
semicerradas en las que intentaban librarse del sol.
El frío y el invierno permitían
acercamiento: brazos metálicos y cuerpos llenos de tuercas se unían
en grupos para entrar en calor. Ese calor semihumano que hacía
revivir y sentir emociones...
No había nada como el invierno, sana
estación de encuentros, de unión y de convivencia entre mutantes.
Estación esperada desde siglos atrás y bienvenida por lo que tenían
la suerte de estar, de existir.”
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