“...subieron
al ascensor y pisaron los mismos suelos en mármol brillante y entre
recuerdos acabaron a besos húmedos de alcohol y añoranza.
De ahí a
la cama no hubo más que segundos, de manoseo de su cuerpo desnudo
ya, sobre un extraño paraiso construido en la terraza que emulaba
una playa distante miles de kilómetros.
Moreno como el
chocolate, de cuerpo musculoso, la atrapó con su boca, sus piernas y
manos hasta penetrar en ella con el deseo de años.
Un sol de
inicio de verano calentaba sus cuerpos que sudaban sobre una cama
temblorosa llena de aire...”
Brillante, ¿verdad?
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