“Una mañana, como cualquiera otra, me levanté, desayuné y me
vestí. Tuve un dilema al elegir mis zapatillas: bailarinas,
deportivas, zapatos, rebeldes... Al final me decidí por las
rebeldes, tan bonitas azules a rayas rosas y estrellas amarillas.
Pensé que sería especial pero a la hora de entrar, todo el mundo
llevaba unas zapatillas iguales. Y para colmo, hoy tocaba la obra de
francés. Me saqué las francesitas de la mochila, que por suerte
había metido en ésta. Pero cuando me las fui a quitar...¡un
problemón!, éstas se habían rebelado contra mí. De pronto a mis
zapatillas le salieron unos ojos y una boca con unos dientes muy
afilados y...ahhhhhh!!! ¡me habían mordido! ¡qué poca vergüenza!
Luché contra ellas y vencí...Por fin me las quité y me puse mis
francesitas, todo justo a tiempo para actuar. Buffff!!! Qué peso me
quité de encima...si no me habría caído una buena regañina de
Madame Dupont.”
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