domingo, 10 de mayo de 2015

SED. Marián García Tárraga


La noche estaba sedienta. Había sed de tertulias, de encuentros, de objetivos comunes de risas y sonrisas, de mimos familiares, de trasiego de conversaciones, de amistades recuperadas... Le ardía el interior y pronto tendría que saciar aquella sed que se estaba despertando. Proyectó su energía hacia el exterior para calmarse y tocó el móvil. Acababa de convocar una quedada. En cuestión de un par de horas la sed, que nunca pudo controlar, estaría saciada.


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