LUCÍA APARICIO RODRIGUEZ sorprende, como he dicho en otras ocasiones, por cómo lleva todos sus textos al ámbito del género negro...
En el ejercicio de escribir a raíz de la frase "Ven, no voy a hacerte daño", ella creó esta siniestra historia, Mirad:
"Un grupo de niños se aburrían mucho,
no sabían lo que hacer. Se acercaron a una casa abandonada y
empezaron a tocar al timbre a ver si había alguien. La casa empezó
a decir “Ven, no voy a hacerte daño” y a vibrar; la puerta se
abrió y les golpeó en la nariz; los cristales se rompieron y se
clavaron en la piel morena de un niño; el techo se cayó y aplastó
a otro. Cuando ya no quedaban más niños por aplastar, destruir o
apuñalar, la casa se quemó porque se quiso suicidar al ver a esos
cuerpos sin vida".
No hay comentarios:
Publicar un comentario