domingo, 10 de mayo de 2015

Talleres 4 Mayo 2015 (XIV). ADULTOS. Adrià Lerma Úbeda


ADRIÀ LERMA ÚBEDA destaca por su sensibilidad y por su humor. Cuando le toca leer, tras el tiempo dedicado a la escritura, todos esperamos que haya escrito algo de humor. Él es brillante transmitiendo los sentimientos de sus personajes aunque sean tristes o preocupantes, como los del texto que publico hoy. Es perfeccionista  y trabaja mucho el vocabulario (muy importante para un escritor). 

Adrià escribió este texto cuando les puse por guía la expresión: "mirar el horizonte tranquilizaba su espíritu". Mirad y veréis:

"A pesar de las innumerables operaciones que había realizado a lo largo de los años, su corazón seguía siendo igual de vulnerable; como si fuera la primera vez. Daban lo mismo las incalculables horas de estudio, o las muchas prácticas que realizara. Daban igual todas aquellas simulaciones o la amplia variedad de consejos que recibiera diariamente. Nada le podría preparar para superar su primer error.
No servía para nada pensar en lo complicadas que eran aquellas operaciones, o lo difícil que resultaba conseguir tener los nervios de acero. Aquel primer fallecimiento lo cargaba en sus hombros como si él fuera el único presente en la sala de operaciones. Por mucho que se consolaran los unos a los otros, él era incapaz de no verse como el culpable. No le cabía la menor duda de que podía haber hecho más. Solo necesitaba saber utilizar mejor el poco tiempo del que disponía.
Pasaron muchos años desde aquella primera tragedia; sin embargo, las intervenciones se volvían cada vez más complicadas. Él envejecía, pero su corazón seguía siendo igual de frágil. Cada error cometido se marcaba firmemente en su espalda como la marca de un ladrillo caído del cielo. La carga era cada vez más pesada, pero él seguía luchando.
A pesar de lo temblorosas que empezaban a ser sus manos, o de la disminución de los reflejos por su edad, eran demasiadas las personas que confiaban en él y pocas las que le criticaban. Tenía un recorrido profesional impresionante, y por ello, todos quería trabajar junto a él. Cada vez eran más los que contaban con su experiencia; por consiguiente, muchos escuchaban atentamente sus sugerencias. Mas eso hacía que la responsabilidad aumentará notablemente. Las jornadas de trabajo eran cada vez más largas y los descansos empezaban a escasear. Pero aún así, él seguía perseverando todos los días.

Siempre que podía, se sentaba en uno de los bancos de madera que lucía en su casa, frente al mar.
Mirar el horizonte tranquilizaba su espíritu. Observar algo tan poderoso y fuera de su alcance apaciguaba su mente. Poder pensar que no todo era carga en sus hombros, serenaba su corazón".

No hay comentarios:

Publicar un comentario